Madrid no se concebiría sin las mañanas de domingo del Rastro, con su bullicio, su incesante trasiego de gente, sus puestos atestados de objetos, su color y su alegría. Desde siempre el Rastro ha sido un punto de encuentro en las mañanas dominicales madrileñas. Coleccionistas, cazadores de tesoros, buscadores de gangas, turistas, curiosos, trasnochadores, bohemios: …