Madrid no se concebiría sin las mañanas de domingo del Rastro, con su bullicio, su incesante trasiego de gente, sus puestos atestados de objetos, su color y su alegría. Desde siempre el Rastro ha sido un punto de encuentro en las mañanas dominicales madrileñas. Coleccionistas, cazadores de tesoros, buscadores de gangas, turistas, curiosos, trasnochadores, bohemios: todos se arremolinan cada domingo en torno a la Plaza de Cascorro para recorrer las empinadas callejuelas del Rastro y, quizá, llevarse a casa algún chollo. Nosotros hemos querido echar la vista atrás y recordar al Rastro en sus orígenes buceando un poco en su Historia para conocerla mejor. Nuestro último Paseo por el Pasado lo dábamos por la Plaza de Colón; hoy viajamos hasta el Rastro. ¿Vienes con nosotros?
RASTRO: UNA PALABRA CON ORIGEN
Para llegar a los orígenes del Rastro tenemos que retroceder al S. XIV. En aquella época, comerciantes de ropa vieja vendían su género en torno a la calle de los Estudios y en plena Plaza de Cascorro. Fue a finales del S. XV cuando empezaron a ocupar la zona mataderos y algunos curtidores de pieles (de ahí que la principal calle del rastro se llame actualmente Ribera de Curtidores).
En total hubo hasta tres mataderos, y en esos primeros años lo principal que se vendía allí era carne al por mayor. Es entonces cuando se acuña el término Rastro para designar la zona. Aunque no está oficialmente documentado se cree que, seguramente, la nomenclatura de Rastro procede del reguero de sangre que dejaba el ganado en el suelo tras ser degollado en los mataderos que allí había.
1928: EL AÑO EN QUE CAMBIA TODO
En el año 1928 se decide hacer un único matadero en Legazpi (hoy reconvertido en el centro de arte y cultura que conocemos).
Desparecen entonces los mataderos de Cascorro y es a partir de ese momento cuando empiezan a producirse cambios en el lugar.
Desde entonces en el Rastro han sido reconocibles todo tipo de personajes, muchos de ellos del arte y la cultura; de hecho el Rastro ha sido fuente de inspiración para numerosos escritores y dramaturgos.
En los años 70 llegan allí artesanos, que atraen a un nuevo público y, a su vez, a diferentes tipos de comerciantes. También la llamada “movida madrileña” se gestó en torno a los puestos de discos y fanzines que se vendían en el Rastro y los bares que rodeaban la zona. Tras diferentes remodelaciones y leyes (se prohíbe la venta de martes a sábados y se eliminan los puestos de venta ambulante), en el año 2000 se define la estructura y el aspecto actual del Rastro.
¿SABÍAS QUÉ…?
Se cuenta que hace décadas era posible encontrar verdaderas joyas entre los puestos del Rastro. Hay quien dice que, en esos días, alguna obra del Greco pudo comprarse en el popular mercadillo madrileño.
Fotografía 01: Francesc Català-Roca
Resto de fotografías antiguas: Madrid Antiguo
Fotografía actual: Benjamín Villoslada
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