La Plaza de la Paja es de visita obligada si estás en el Barrio de la Latina para poder imaginar cómo era el Madrid medieval. Esta pequeña plaza, hoy en día alegre y bulliciosa (especialmente los domingos por la mañana cuando los madrileños salen por la Latina en busca de un poco de sol y alguna terraza donde poder disfrutar de una caña), hace siglos fue uno de los mercados más importantes de la capital.

Podemos decir que en la Edad Media, allá por el siglo XIII, la Plaza de la Paja era un absoluto referente para comprar alimentos en la villa, pues esta pequeña plaza era un foco comercial importantísimo donde los mercaderes abastecían de alimentos a los madrileños.

Allí se compraba a diario buena parte de la comida en Madrid, y así continuó siendo hasta el siglo XV, cuando se decidió trasladar las transacciones comerciales a una nueva plaza de mayores dimensiones. Hoy nosotros queremos reivindicar la Plaza de la Paja por ser un lugar icónico del centro de la capital debido a su importante pasado. Después de haber visitado la Plazuela de San Javier, nuestra sección Rincones de Madrid hoy está dedicada a la Plaza de la Paja. ¿La visitas con nosotros?

UN MERCADO DE ABASTOS SIN IGUAL

La Plaza de la Paja se sitúa en pleno Madrid de los Austrias, en el centro histórico de la capital. Ubicada al lado de la calle de Segovia, la plaza es atravesada de arriba abajo por la Costanilla de San Andrés.

Como ya hemos dicho, entre los siglos XIII y XIV fue uno de los principales mercados de abastos de la capital y de toda la región. En ella se vendía ganado, cereales, y todo tipo de alimentos al por mayor. Su nombre tiene su origen en que antiguamente los ciudadanos de Madrid entregaban paja en esa plaza para mantener las mulas de las personalidades eclesiásticas de la ciudad.

Durante dos siglos fue un mercado clave de Madrid, tanto es así que su crecimiento hizo que cada vez resultara más difícil alojar allí el ganado y las mercancías que se vendían. Así, en el siglo XV Juan II de Castilla mandó construir la Plaza del Arrabal (lugar que posteriormente se convertiría en la Plaza Mayor) y la actividad comercial de la villa se desplazó hacia este nuevo espacio. Es entonces cuando la Plaza de la Paja decrece en importancia, aunque todavía seguía usándose como lugar de residencia de la nobleza.

UN JARDÍN MUY PARTICULAR

La Plaza de la Paja cuenta con cierto desnivel, pues cuando se construyó hubo que salvar el barranco del Arroyo de San Pedro (hoy desaparecido). Podemos decir que su construcción es austera, pues casi no tiene elementos ornamentales. La única excepción que encontramos es una escultura de bronce donde se representa a un señor leyendo el periódico mientras está sentado en un banco.

Desde la Plaza de la Paja se puede ver la Torre de San Pedro el Viejo, edificio representante del mudéjar madrileño. Al norte de la plaza nos encontramos con un pequeño y pintoresco jardín, el llamado Jardín del Príncipe de Anglona. Datado del siglo XVII, es uno de los pocos jardines nobiliarios que pueden encontrarse en la capital, y desde el año 2002 puede visitarse, pues se encuentra abierto al público. Al lado del jardín encontramos el Palacio del Príncipe de Anglona, del S. XVI., y el mítico Colegio de San Ildefonso, que sigue cumpliendo con la tradición de que sus alumnos canten los premios de la lotería cada Navidad. Al sur, vemos la fachada de la Capilla del Obispo, pegada a la Iglesia de San Andrés (de 1535).

¿SABÍAS QUÉ…?

Los Reyes Católicos solían alojarse en la Plaza de la Paja cuando venían a Madrid. Al ser una de las plazas más importantes de la villa, estaba rodeada de palacios. Algunos de ellos eran el Palacio de los Lasso de Castilla, el del Infantado, el de los Vargas o la Casa y Torre de los Lujanes. El Palacio de los Vargas es uno de los pocos edificios de la época que aún se conserva hoy.

Fotografías 01, 06, 07: Bernard Gagnon

Fotografía 03: Luis García

Fotografía 04: Mertxe Iturrioz

Fotografía 05: Zarateman

Fotografía 08: losmininos